La novela olvidada en la casa del ingeniero by Soledad Puértolas

La novela olvidada en la casa del ingeniero by Soledad Puértolas

autor:Soledad Puértolas [Puértolas, Soledad]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 2024-08-28T00:00:00+00:00


* * *

El verano estaba a la vuelta de la esquina. A mi alrededor, todo el mundo estaba cansado y haciendo planes para irse cuanto antes a donde fuera. No es que ir —más bien volver— a Larroque fuera la gran oportunidad de mi vida, pero algo era. Un asesinato no es un suceso cualquiera. Hace tiempo yo era una voraz lectora de novelas policiacas. Las obras de Agatha Christie fueron, después de los cuentos infantiles y de los relatos juveniles de tono didáctico de la colección Escelicer, mi primera gran pasión lectora como adulta. Así era como me consideraba yo, adulta, mientras devoraba aquellas novelas, todas muy parecidas. Luego pasé a otras cosas, pero las novelas policiacas siempre fueron el gran recurso para mí contra el aburrimiento y el atisbo de desesperación. Pasé tardes enteras, en invierno y en verano, leyendo novelas de crímenes y misteriosas desapariciones, especulando, sospechando de todos los personajes, acertando muy pocas veces al adjudicar la culpabilidad. Tardes de domingo, sobre todo, en las que me quedaba en casa en lugar de ir al cine con mis amigas o con un chico que no me gustaba demasiado. Esa clase de chicos eran los que siempre me proponían ir al cine.

Ahora tenía una novela delante de los ojos, porque aquello —la muerte repentina de Ramiro Salas— tenía que ser un asesinato. Todos los elementos que se reunían allí tenían unas características muy peculiares: la disputa por una herencia, una gran casa rodeada de un parque en el que crecían los árboles más extraordinarios del mundo, una familia aislada, mujeres que no saben nada de la vida y que, a su modo, parecen felices, enfermedades, intrigas, cotilleos. El escenario se prestaba. El hecho de que el cuerpo del administrador —¡el cadáver!— se hubiera encontrado en el cobertizo donde se habían guardado los juguetes de la última dueña de la casa añadía más patetismo. La infancia, los juguetes, los misterios de la vida: todo estaba allí.

No haría el viaje con el tío Felipe. Iría a Larroque por mi cuenta.

Creo que el tío Felipe no se esperaba que yo respondiera afirmativamente a la petición que me había hecho mi tía. Quizá, en el fondo, prefiriese ir solo. Si durante toda su vida había contado con la herencia de su tía Herminia o había desconfiado de ella, no lo decía. Eso siempre había enfurecido a la tía Leonor. Yo podía ser un testigo incómodo, alguien cuya presencia causa cierta molestia.



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